En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

17 de septiembre de 2014

LOS ENEMIGOS DE BIZANCIO. Tercera parte.

Por Mg Rubén A. Barreiro


G.        Arabes. En propiedad, más que hablar de los árabes como uno de los grandes antagonistas del Imperio Bizantino sería más ajustado hablar de “musulmanes”, ya que el verdadero antagonismo entre ambos nació y se acrecentó luego del advenimiento del Islam. Con anterioridad, se ha señalado la presencia de mercenarios árabes al servicio de Roma y en Bizancio, antes y después de Justiniano [1]. A la muerte de Mahoma en 632 y luego de superadas hondas diferencias relacionadas con su sucesión, comenzaron los enfrentamientos que se prolongaron por siglos (aproximadamente desde 634 a 1180). Por tal circunstancia, excedería los límites de este trabajo un análisis detallado  de los aspectos militares de tal enfrentamiento, tanto de uno como de otro bando. El relato de la batalla de Yarmuk  resulta de interés como introducción a los primeros ejércitos musulmanes, como asimismo para ponderar la forma en que los enfrentó Bizancio.

            Los primeros grandes enfrentamientos tuvieron lugar a partir de 634 y se prolongaron durante todo el periodo conocido como el Califato Rashidum o Califato Ortodoxo, que comprendió a los primeros cuatro califas a partir de la muerte de Mahoma, es decir, hasta 661. Las conquistas árabes de territorios bizantivos fueron rápidas y extensas: Siria, parte de Anatolia, Egipto, el Norte de Africa.

            En esta primera época, los árabes hacían uso intensivo de arqueros, que se movilizaban a caballo o en camello hasta el campo de batalla, donde desmontaban y combatían a pie [2].

            No puede dejar de señalarse como un factor esencial del éxito árabe de estos años el factor religioso, que permitió unir a tribus que hasta ese momento guerreaban entre sí y se limitaban a incursiones casi predatorias contra sus vecinos, por lo que “eran diestros en los golpes de mano y en los ataques por sorpresa” [3].

            Los ejércitos árabes estaban dotados de gran movilidad, en vista de dos factores: por una parte, el uso de dromedarios, que posibilitaba un uso mucho más apropiado a las condiciones desérticas o semidesérticas que imperaban en la mayoría de los campos de batalla; por otra parte, la innata familiaridad de los árabes con un medio tan inhóspito como el del desierto les daba una ventaja al proporcionarles formas de acercarse con mayor rapidez que la de cualquier adversario. Además, esta familiaridad les permitía una retirada con mayores posibilidades en caso ser necesario, por lo que se ha dicho que los árabes “tanteaban” a sus adversarios en las inmediaciones del desierto en caso de que el “tanteo” mostrara la conveniencia de una retirada [4].

            Tanto por la rapidez como por la extensión de la expansión árabe, se ha dicho con toda razón de que la constitución de sus ejércitos variaba según la región en que los mismos actuaban y el propósito de tal actuación; inclusive, aquellas características obligaron a incorporar a sus ejércitos a contingentes regionales, que luchaban “por el botín más que la ideología, engrosando los rangos de los ejércitos islámicos en tiempos de victoria, y evaporándose en caso de problemas” [5].

H.        Normandos. Los normandos (“hombres del Norte”), conocidos como vikingos en Escandinavia, varegos o varengos en Rusia y frankoi entre los bizantinos, procedían de los países escandinavos, especialmente las actuales Noruega y Dinamarca. Desde el siglo VIII al XI incursionaron en numerosos lugares de Europa, muy alejados entre sí: desde Islandia hasta el sur de Rusia. Al principio se trato de incursiones de pillaje, pero poco a poco fueron estableciéndose en los países invadidos.

Como se ha dicho, en un principio, parecía que el objetivo de los normandos era el pillaje el cual, si bien no desapareció, se redujo al tiempo que buscaron “un sistema más racional de explotación de los vencidos y más tarde un asentamiento más estable y duradero, en el interior de unos territorios que se les reconocía como propios” [6].

Un arma temible de los normandos fue una gran hacha, que blandían con ambas manos, de eficacia señalada en los combates cercanos. Expresa Contamine que lo que hace a la guerra de asedio los normandos no hicieron sino imitar y utilizar las armas de sus enemigos [7]. Las embarcaciones que usaron fueron siempre sus más preciados elementos para sus incursiones, debido a su movilidad y versatilidad. Pero a medida que tales incursiones se hacían cada vez más penetrantes, ya no era posible o conveniente el desplazamiento por agua, adquiriendo una rara habilidad para usar caballos, de los que se habían apropiado en el curso de sus correrías.

I.         Turcos Seljuks o Selyúcidas. Los turcos seljuks o selyúcidas pertenecìan al pueblo turco denominado Orghuz, que ocupaban la región del lago Aral, en Asia Central y cuya migración hacia el Oeste comenzó en el siglo XI. Se establecieron en la región persa de Khurasan, que ocupa el noreste de Irán, el norte y este de Afganistán y el sur de Turkmenistran y Uzbekistán. En realidad, el término Seljuk se refiere a un jefe militar orghuz, cuyos sucesores fueron quienes se hicieron cargo del nuevo estado creado en el territorio indicado, el Gran Imperio Seljuk [8]. Alp Arslan es uno de tales sucesores, y fue quien condujo a la victoria, como se verá en el lugar correspondiente, a sus ejércitos en la decisiva batalla de Mantzikert contra el Imperio Bizantino, en 1071. A partir de ese momento, los seljuks avanzana en la península de Anatolia, creando el Sultanato de Rum [9], con capital en Nicea (Iznik). Hacia 1097 fueron expulsados de dicha ciudad, como de las costas del Mediterráneo por la Primera Cruzada, lo que provocó su retirada al centro de la península, estableciendo su capital en Kenya. Allí permanecieron hasta que el imperio se disolvió en la primera década del siglo XIV en “circunstancias poco claras”, formándose diferentes emiratos. Hasta llegado ese momento habían ocurrido algunos hechos salientes, por ejemplo, la batalla de Myriokephalon, en 1176, cuando el emperador bizantino Manuel I Comnenus fue derrotado por Kilij Arslan; la ocupación deKonya por los soldados de la Tercera Cruzada, aunque tal ocupación duró poco tiempo y, especialmente, la derrota de Kose-Dag por los mongoles, en 1243, que habría marcado el principio del fin del sultanato.

Con relación a los aspectos militares de los seljuks o selyúcidas, nos hemos referido a ellos durante el relato de la batalla de Manzikert. Sintetizando, en lo que hace al armamento, puede decirse que

“…el guerrero selyúcida por antomasia era el arquero montado, flanqueado por pequeñas unidades de caballería pesada. La infantería estaba constituida por irregulares de las tribus tucumanas, por voluntarios de las milicias urbanas y por auxiliares extranjeros…La principal arma ofensiva era, naturalmente, el arco. Se trataba de un instrumento más bien corto, y sus flechas, delgadas y livianas, no tenían gran fuerza de penetración…del lado izquierdo de la cintura pendía el carcaj que contenía hasta 60 flechas. Algunos también disponían de una lanza liviana o de una jabalina, además de una larga espada…”[10].

J.         Turcos otomanos. Los últimos y definitivos enemigos de Bizancio, los que pusieron fin al imperio milenario, recibieron su nombre de su fundador Othman (Osman). La primera referencia de ellos data de 1302, cuando derrotaron a los bizantinos en la batalla de Bapheus, invadiendo la región de Nicomedia, donde se establecieron, emprendiendo una “guerra santa” contra Bizancio [11]. Tomaron Nicea (1341) y Nicomedia (1337/38), logrando acceder al Mar Egeo.

      “Las tropas que dieron a los otomanos sus especiales características,       estableciendo y manteniendo su hegemonía por siglos fueron los janisarios”  [12]
                  
            Eran arqueros desmontados, disciplinados al máximo, y constituían un cuerpo permanente a las órdenes del sultán. En general, se ha sostenido que muchos de sus miembros habían pertenecido en su niñez o temprana juventud a familias cristianas, a las que habían sido sustraídos, convertidos al Islam y entrenados como eficientes componentes de una maquinaria de guerra poderosa [13]. Según lo expresa Delbrück, no se casaban, vivían en estrecha camaradería y constituían una unidad militar y una comunidad económica. Se formaba una “fila” compuesta por diez hombres; entre ocho y doce “filas” constituían una compañía (con efectivo, en consecuencia, de entre ochenta y ciento veinte hombres), al mando de un comandante. Mahomet fue agregando otros efectivos, que se sumaron a las sesenta y seis compañías existentes en el siglo XIV (es decir, entre 5280 y 7960 hombres, siendo la primera la más aceptable) [14]. Es notable la descripción del autor que venimos citando cuando destaca que “el prerrequisito de la coherencia y carácter de este cuerpo era el absolutamente confiable y regular sistema de raciones”,

estas eran obtenidas de quienes eran sometidos militarmente, llegando a reconocerse a la importancia de este sistema, dice, con los “títulos grotescos” de ciertas responsabilidades de los oficiales: el comandante recibía la denominación de “distribuidor de sopa”; otro, el de “jefe de cocina”… y así por el estilo [15].

            Ocasionalmente, los janizarios utilizaban hombres armados con picas para neutralizar la caballería, aunque era por excepción. Cuando se trataba de enfrentar a la caballería en campo abierto, los janizarios construían obras terreras para protegerse, dejando a sus propia caballería, los spahis o sipahis, ocuparse del enemigo [16].

            Estos era los equivalentes de los caballeros occidentales, ya que unían a su condición militar la de ser titulares de un fundo, equivalente al feudo. Concedido éste por el sultán, la contraprestación era la de participar en la guerra. También recibían el mismo nombre otras tropas de caballería, que formaban parte del ejército permanente y que eran remuneradas como el resto del mismo.

            Sin perjuicio de lo expresado con relación a los janisarios, hasta los comienzos del siglo XV el ejército otomano estaba esencialmente constituido por caballería dotada de los llamados arcos turcos, un arco compuesto manejado con gran pericia, cuyo poseedor era capaz de disparar gran cantidad de flechas por minuto; al parecer, más que el poder de penetración de las mismas, de lo que no se tiene cabal noticia, era el disparo sostenido de enormes cantidades de proyectiles que provocaba la huida del enemigo. Fueron sucedidos por los akingis o incursotes, caballería ligera compuesta por campesinos que montaban caballos veloces que ellos mismos criaban. Pero la caballería de élite, como queda dicho, estaba constituida por los sipahis, los que usaban diferentes armas, aunque se distinguían en el uso de la espada, protegiéndose con una corta cota de malla ligera y casco con forma de turbante.

            Poco a poco, en especial durante el sultanato de Murad I comenzaron a utilizarse combinaciones de infantería y caballería (por ejemplo, en las batallas de Maritsa -1371- y Nicópolis -1396-.) En ambas se utilizó la misma táctica: la infantería atrajo a la caballería pesada enemiga, la que quedó flanqueada y derrotada en ambas alas por la caballería turca, más ligera y por lo tanto dotada de una mayor movilidad.

            No se tienen noticias concretas del uso de armas de fuego hasta por lo menos 1422, durante el sitio puesto en ese año a Constantinopla. Pero de allí en más, los otomanos usaron gran cantidad de cañones, tanto en sitios (Novo Brdo, 1427; Kosovo, 1346; Varna, 1444 y, naturalmente, en el sitio final de Constantinopla (1453.)[17]




[1]              DELBRÜCK, H, op. cit., pág. 203.
[2]              HALDON, John, op. cit., pág. 209.
[3]              CHALIAND G., op. cit., pág. 141.
[4]              Ibid., pág. 143.
[5]              CAREY, Brian T., Warfare op. cit., pág. 42.
[6]              CONTAMINE, Philippe, La guerra en la Edad Media, Editorial Labor, Barcelona, 1984,
pág.32.
[7]              Ibidem.
[8]              Oxford Dictionnary of Byzantium (ODB), tomo III, pág. 1867.
[9]              Tanto en árabe, como en persa y turco, la palabra Rum se refiere a Bizancio (el imperio de los Romanos) ODB, tomo III, pág. 1816.
[10]             FREDIANI, A., op. cit., págs. 431/432.
[11]             ODB, tomo III, pág. 1542.
[12]             DELBRÜCK, H., op. cit., pág. 474 y ss.
[13]             Este tipo de reclutamiento comenzó hacia finales del siglo XIV; comprendía a jóvenes hijos de familias cristianas de las provincias europeas del imperio (Bulgaria, Serbia, Grecia, etc.), entre ocho a dieciséis años, tomándose uno por familia. Ello ocurría cada dos o tres años (MANTRAN, Robert y CHILDS, John, en A Dictionary of Military History, editado por André Corvisier, Blackwell, Oxford, 1994, págs. 628/629).
[14]             Como surge de lo expresado, los janisarios eran una verdadera unidad de élite. Durante el reinado de Mahomet sumaron en total unos 12.000 hombres, cantidad que Suleimán alcanzó 40.000. Al incoporarse las armas de fuego al ejército turco, los janisarios fueron de los primeros en ser provistos de ellas (HIGGINS, Lawrence D., en Brassey’s Encyclopedia of Military History and Biography, editor Franklin D. Margiotta, Brassey’s, Washington, 2000, pág. 751).
[15]             Idem, pág. 475.
[16]             Idem, pág. 478.
©2014. Rubén A. Barreiro

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