En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

3 de junio de 2017

Textos de historia militar medieval

LAS REVOLUCIONES MILITARES DE LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS

Clifford F. Rogers

The Military Revolution Debate”, Editor Clifford J. Rogers, Westview Press, Boulder,Colorado, 1995. Capítulo 3

NOTA. La llamada * corresponde a comentarios de quien traduce. 



LA REVOLUCIÓN DE LA ARTILLERÍA (Primera Parte)

La artillería con utilización de pólvora hizo su primera casi exactamente un siglo antes de la revolución en la guerra producida en los años 1420-1440. La fórmula de la pólvora de Roger Bacon data de 1267, pero no parece haber sido utilizada en Europa con propósitos bélicos hasta la tercera década del siglo catorce. La ilustración más antigua que se conoce de un cañón en acción, aparece en un manuscrito de Walter de Milemetes, De Officis Regnum, completado en 1326 *. De acuerdo con el cronista escocés John Barbour, los ingleses usaban algún tipo de arma de fuego (“crakkis of wer”) en 1327, durante la campaña de Weardale **. Los germanos usaron cañones, algo así como las armas ilustradas por Milemetes, en el sitio de Cividale en 1331. Ya en 1333 el cañón había ocupado su lugar junto a las catapultas, fundíbulos (lanzadores de piedras) y trebuchets, como arma de sitio importante.


*         El arma descripta entra en lo que se dio en llamar “cañones de mano”, antecesores directos del arcabuz, la culebrina, el mosquete y armas similares
**        Primera Guerra de la Independencia de Escocia.

La forma en que se utilizaban los cañones durante todo el siglo catorce, era arrojando piedras dentro de la ciudad, derribando casas e iglesias, no contra las murallas. La artillería se usaba así con el resto de las máquinas de asedio. Y, lo más importante, el uso de los cañones no acortaba en forma apreciable la duración de los sitios, los defensores continuaban debiendo ser rendidos por hambre,

El cañón de los primeros años del siglo catorce era pequeño y barato. Un cañón de unas 40 libras (aprox. 18 kg), se compraba por sólo 13 chelines y 4 peniques en 1353, en tanto un lanzador de piedras costaba 66 chelines y 8 peniques. En ese momento, la artillería no tenía más poder que las máquinas de sitio tradicionales (y, en verdad, mucho menos que algunas de ellas), pero la ventaja de su costo, combinada con el impacto psicológico de un arma nueva e intimidante por su ruido, aseguró el rápido crecimiento de su uso. Eduardo III tenía a su disposición en el sitio de Calais (1346), por lo menos diez cañones. Los franceses tenían cañones de hierro hechos en 1345 en Cahors para el sitio de Aiguillon, y por lo menos 36 cañones para el sitio de Sait-Sauveur-le-Vicomte en 1374-5 [1]. Froissart afirma que los ingleses tenían 400 cañones en el sitio de Saint Malo en 1378, aunque la mayoría eran probablemente “cañones de mano”. De 1382 a 1388, el English Privy Wardrobe compró 87 cañones. Hacia 1409, Christine de Pisan sostenía que eran necesarios no menos de 248 cañones para tomar una plaza fuerte, incluyendo 32 que dispararan proyectiles de 200 libras (aprox. 90 kg) o más.
           
A medida que aumentaba la cantidad de cañones, también crecía su tamaño. Los cañones primitivos eran muy pequeños, y disparaban esferas de plomo o hierro, o a veces “lanzas” de hierro con emplumes de bronce. Un cañón mucho más grande, preparado para el sitio de Saint-Sauver-le Vicomte en 1375, disparaba proyectiles de piedra de cien libras y Froissart, dos años más tarde, registra el uso de un cañón que disparaba piedras de 200 libras. El Conde de Holanda compró piedras de 400 libras para su “grooten donrebusse” en 1378. Dos bombardas compradas por el Duque de Burgundia en 1409 disparaba piedras de 700-750 y 800-950 libras (317-340 y 362-430 kg) Faule Mette, fundido hacia 1411, disparaba piedras de más de media tonelada. El masivo Pumhart von Steyr, forjado hacia 1420, disparaba una piedra de 80 centímetros de diámetro que pasaba más de 1500 libras (680 kg) [2].

¿Cómo afectaba las campañas reales este incremento del tamaño y cantidad de cañones? Al principio, no demasiado. Los ingleses se las arreglaron para destruir un punto fuerte de Romorantin en 1356 usando un cañón que arrojó “fuego griego” en el patio del castillo, pero la artillería también probó ser igualmente útil en la defensa. Por ejemplo, en ese mismo año, en Breteuil, los ingleses sitiados usaron un cañón para destruir una torre de asalto francesa. Además, los cañones simplemente no eran lo suficientemente poderosos como para causar mucho daño en las murallas de un castillo. Inclusive todavía a fines de siglo catorce los cañones de sitio no podían hacer mucho más que golpear en los techos de las torres. El equilibrio entre el ataque y la defensa permanecía firmemente inclinado hacia la defensa. Tan tarde como aproximadamente en 1420, un autor alemán sostenía que el defensor de un castillo bien equipado, provisto con artillería y buenos artilleros, “no importa lo que el enemigo pretenda hacer, podrá mantenerlo a raya… hasta que sea liberado o el enemigo reciba una buena paliza y abandone el sitio”.

El sitio de Harfleur por Enrique V en 1415, del que contamos con varios relatos contemporáneos, nos da una muestra clara del uso de la artillería a principios del siglo quince. Como en Berwick casi un siglo antes, el rol principal del cañón era causar devastación dentro de la ciudad para provocar la rendición de los sitiados. Con sus doce grandes cañones, Enrique alcanzó a los edificios situados tan lejos como el centro de la ciudad, demoliéndolos o amenazando su colapso inevitable. En este caso, la devastación logró hacer salir a los sitiados para parlamentar con el rey, a quien rogaron cesar el fuego, que les resultaba intolerable.

La artillería también tuvo un nuevo rol en Harfleur, que no se había visto en el sitio de Berwick en 1333. En Harfleur, sus disparos no fueron dirigidos sólo hacia el centro de la ciudad sino también contra las murallas y los bastiones de madera que la defendían. Aunque algunos relatos sugieren que Enrique esperaba abrir brechas en las murallas, tal como había sido la práctica común una generación antes, parece más probable que su intención más bien fuera destruir los cañones y catapultas con los que los defensores hostigaban a su ejército.

Los muchos sitios prolongados de la década de 1420 y los primeros años de la de 1430, muestran que la artillería todavía no era capaz de abrir camino rápidamente en una fortaleza cuya guarnición estuviera formada por defensores decididos. El sitio de Ruán se prolongó por cerca de seis meses, desde el 31 de julio de 1418 al 19 de enero de 1419, aun cuando la ciudad “fue batida severamente, dentro y fuera, debido a que los ingleses contaban con grandes bombardas”. Finalmente, fue el hambre y no las bombardas, la que llevó a sus habitantes a rendirse. El sitio de Cherburgo fue resuelto por hambre después de siete meses en 1418, el de Melún después de 18 meses en 1420, el de Meaux después de siete meses, el de Montaguillon después de seis meses en 1423. El poderoso castillo de Gaillard, en Normandía, resistió durante seis meses, hasta que las cuerdas que se usaban para subir el agua de los pozos se desgastaron hasta romperse. Los ingleses comenzaron a asediar Guisa en enero de 1424, pero no entraron en la ciudad hasta febrero de 1425.

En todos los casos citados, los cronistas dan a la falta de víveres como la primera de las causas para la rendición de los sitiados. No obstante, a mediados de la década de 1420 comienzan a conocerse casos en que las guarniciones se rindieron no por hambre, sino porque los cañones de los sitiadores habían hecho que sus posiciones fueran indefendibles. De acuerdo con los cronistas franceses, tal fue el caso de Le Mans, Sainte Suzanne, Mayenne-la-Juhez, Montmiral y Gallardon, todos en 1423. En Sainte Suzanne, por entonces la segunda ciudad de Maine * “el earl de Salisbury tenía ocho grandes bombardas y muchos cañones y fowlers ** en posición y preparados. Estas bombardas y cañones, después de ocho o diez días, comenzaron a hacer fuego de manera continua, noche y día, hasta derribar las murallas desde una distancia mayor que la de un tiro de arco”. El año siguiente el Duque de Bedford puso sitio a Gaillon, “una plaza muy fuerte” y “la misma fue batida tan duramente que su guarnición se rindió para lograr que sus vidas se respetaran”. También en Bohemia se supo, a principios de la década de 1420, de un gran cañón, “con el cual se podían derribar poderosas murallas”.

*           Maine era una región francesa ubicada inmediatamente al sur de Normandía y al norte del Loire.
**          Cañón de dimensiones medianas, de calibre menor a las bombardas y una trayectoria más plana que la de aquellas.

Estos sucesos todavía no habían mostrado un triunfo completo de la artillería sobre las fortificaciones medievales. Como se ha mencionado, el sitio de Guisa en 1424 duró más de un año y Ferté-Bernard se las compuso para mantenerse contra Salisbury durante muchos meses, en el mismo año. La guarnición francesa del castillo Gaillard tuvo que ser rendida por hambre, también en 1424. El sitio de Laigny-sur-Marne tomó cinco meses en 1432 y tan tarde como en 1440, Harfleur pudo resistir un sitio de los ingleses durante más de tres meses. Empero, cada una de estas plazas era excepcionalmente fuerte y fueron atacadas por los ingleses con una batería de sitio relativamente débil.

Por el contrario, la poderosa artillería burgundia de la década de 1430 pudo demoler las murallas de la mayoría de las fortificaciones. En 1430, la batería de sitio burgundia estuvo en condiciones de causar “tanto daño a los muros del castillo (de Choisy) que la guarnición capituló” en unos pocos días. Del mismo modo, en Avalon (1433) la artillería burgundia fue “apuntada contra las puertas y murallas, dañándolas seriamente, abriéndose brechas en diferentes lugares”. Hacia 1347, aun la artillería inglesa estaba en capacidad de dejar un punto fuerte “con gran parte de sus murallas caídas, de modo que no había forma de defenderlo”.

Hacia fines de la década de 1440, la artillería franco-burgundia podía destruir aun las más poderosas fortalezas. Harfleur, que se había mantenido durante tanto tiempo contra los ingleses en 1440, se rindió a los 16 días de bombardeo en 1449. También luego de 16 días de sitio en 1450, casi la totalidad de las murallas de Bayeux habían sido horadadas y derribadas. La historia fue más de lo mismo en Dax y Acx: “sus murallas estaban tan destruidas en varios lugares, que podían ser tomadas por asalto a través de las brechas”. En Blaye, en 1451, sólo tomó cinco días para que las murallas de la ciudad fueran derribadas en varios lugares. Un documento inglés contemporáneo menciona cien plazas fuertes tomados por los franceses en 1450, incluyendo Chateau Gaillard, St Sauver-le-Vicomte, Cherburgo, Roche-Guyon y Ruán, todos los cuales antes habían requerido sitios prolongados antes de ser capturados. En 1451, toda Guienne * fue rápidamente ocupada por los franceses pese a la profundamente arraigada simpatía de los habitantes del Ducado por los ingleses.

*           Región del noroeste francés, sobre el Atlántico, que llega a los Pirineos, también conocida como Guyenne, en cuyo extremo este se encuentra la ciudad de Burdeos.








[1]           La más grande de estas piezas requería para su manufactura 2.385 libras (aprox. 1082 kg) de hierro y acero, pero la mayoría eran cañones mucho más pequeños, fundidos en bronce. En una tesis reciente, se muestra que la mayoría de estos cañones llegaron demasiado tarde como para afectar el curso del sitio.
[2]           Nótese que 80 cm de diámetro representa casi el doble del de las granadas disparadas por los cañones principales de 16 pulgadas de los acorazados del siglo XX.



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