En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

23 de julio de 2015

Las guerras de Bizancio y sus consecuencias territoriales

Mg. Rubén A. Barreiro

2c.      De la formación del Imperio a las guerras de Justiniano (Parte III)

La Guerra Gótica. Antecedentes. En 454 los ostrogodos se establecieron en Panonia y por primera vez lo hicieron dentro de las fronteras del Imperio Romano. Lo hicieron en carácter de foederati por el acuerdo que habían concluido con el emperador Marciano. Poco a poco, Teodomiro, rey de los ostrogodos y su hijo Teodorico, comenzaron a ocupar vastas territorios en los Balcanes, llegando a amenazar a Constantinopla. En una decisión que revela una vez más la pericia diplomática bizantina, el emperador Zenon, convencido de que esta presencia en las provincias ilíricas podría ser “una fuente constante de conflicto y peligro”, envía a Teodorico -quien en 483 ya había alcanzado la codiciada designación de magister militum- a Italia para derrocar al Odoacro, primer rey bárbaro de
Italia. En 488 Teodorico emprende la marcha hacia Italia, se abre paso en Panonia luchando con los gépidos a quienes derrota en Sirmiun y alcanza en agosto de 489 el río Isonzo, comenzando entonces la lucha por Italia (BURY, Barbarians¸ Lecture XI, passim), que concluirá en 493, cuando Odoacro, sitiado en Ravena, acuerda un gobierno dual con Teororico. El acuerdo dura muy poco: Teodorico ordena la muerte de Odoacro y su familia, comenzando un reinado que se prolongó hasta su muerte en 526. No es del caso analizar detalladamente las circunstancias del reinado de Teodorico, aunque para el objeto de este trabajo debe señalarse su accionar con relación a “la seguridad externa de Italia, [que] alcanzó un nivel previamente no alcanzando en el siglo V” (COLLINS, 127). Sea por medio de alianzas,  como con Hermanfredo,  rey de los turingios  y el de los hérulos, Rodulf, sea militarmente, en especial la conquista de Panonia en 504-505. Esto último irritó al emperador Anastasio, quien en 508 envió una flota al Adriático para hostigar algunos puntos de la costa italiana.

El casus belli. El 30 de agosto de 526 murió Teodorico, quien no había tenido hijos. Para asegurar la línea sucesoria, había casado a su hija Amalasunta con Eutarico, con la intención de que este le sucediera. Sin embargo, habiendo muerto Eutarico antes que Teodorico, este decidió que le sucediera su nieto Atalarico, de ocho años de edad. En 526, este asume el trono bajo la regencia de su madre.En 534 muere a su vez Atalarico y y accede al trono su primo Teodato. Este era un terrateniente amante de la filosofía, que no mostró interés alguno para ejercer el gobierno (NORWICH, Byzantium, 69), tampoco era popular. Amalasunta le propuso entonces que, mientras Teodato gozaría de todas las prerrogativas y honores inherentes a su condición real, ella se encargaría del gobierno. Teodato estuvo de acuerdo, aunque pronto comenzó a complotar contra Amalasunta hasta que en abril de 535 la encarceló, siendo asesinada poco después. El asesinato de Amalasunta constituyó el casus belli que Justiniano buscaba. En efecto, cuando Amalasunta se enteró del complot que se urdía en su contra, pidió santuario a Justiniano en caso de necesitarlo, que el emperador concedió con presteza, haciendo saber a Teodato que aquella estaba bajo su protección y debía ser mantenida indemne. Esto no impidió el trágico final de Amalasunta. “El emperador, al enterarse de la muerte de Amalasunta, inmediatamente inició la guerra, en el novena año de su reinado” (PROCOPIO, V.5, 44).

Consecuentemente, Justiniano envió una vez más a Pedro el Patricio -su asesor legal- con un ultimátum, en el que exigía la abdicación de Teodato, lo cual implicaba, lisa y llanamente, la restitución de Italia al Imperio. “Si Teodato estaba decidido a abdicar y dar al emperador la pacífica posesión [de Italia], tanto mejor, pero la única alternativa era la guerra” (BURY, 168).

Ya decidida la acción contra los ostrogodos, Justiniano decidió una doble acción: en los Balcanes, se atacaría Dalmacia desde Iliria. En el sur, se invadiría Sicilia. Asimismo, instigó a los francos para que atacaran a los ostrogodos desde el Norte, obligando a estos últimos a dividir sus fuerzas.
El reino ostrogodo y sus vecinos hacia 530
Características generales de la guerra. Más allá de las etapas en que hemos dividido la guerra gótica a las que hacemos referencia más adelante, sus principales características fueron comunes a todas ellas. Dada la insuficiencia numérica de ambos bandos con relación a la extensión del territorio que se estaba disputando, evitaron cuidadosamente en las batallas campales, reduciéndose las acciones a sitios y capitulación de ciudades (DELBRÜCK, 377). En el caso de Belisario, cuya actuación caracterizó a la primera etapa de la guerra, eludió sistemáticamente tales batallas, lo cual no impidió que llevara a sus fuerzas hasta Ravena, donde bien pudo darse por finalizada la guerra, a no ser por el despertar ostrogodo con Totila. 

La táctica defensiva de Belisario  llevó a considerar, no sin cierta exageración, que “no hay paralelo en la historia de semejante serie de conquistas [contra vándalos y ostrogodos] sin recurrir al ataque… Belisario no carecía de audacia pero su táctica era permitir -o tentar- que el enemigo atacara. Si tal elección estaba en parte impuesta por la inferioridad numérica de sus fuerzas, también es consecuencia de un cálculo sutil, tanto táctico como psicológico” (LIDDELL HART, 39). En definitiva, se trató, más allá de las calidades personales de los conductores, de una de las situaciones en las que los oponentes “están menos interesados en la mutua destrucción que en el simple desgaste [del adversario], inclusive directamente evitando  acciones decisivas de gran escala” (DELBRÜCK, 379). Recién en la última etapa, con la llegada de Narses y su ejército, se dieron por fin las batallas campales, decisivas: Taginae, Monte Lactarius y Casilinum. Y con ellas, el final de la guerra. 

Etapas. En el transcurso de la guerra, que se extendió desde 535 hasta 554, pueden distinguirse tres etapas. La primera de ellas, que se extiende hasta 540, se caracterizó por el avance bizantino desde Sicilia hasta la toma de  Ravena, con lo que prácticamente toda Italia al sur del Po se encontraba bajo dominio del Imperio. La segunda etapa, desde 541 a 551 muestra un resurgimiento ostrogodo, bajo la conducción del rey Totila, que avanzando desde el Norte llegó hasta más allá de Nápoles, a la que puso sitio, así como por dos veces a Roma. Finalmente, de 551 a 554 es nuevamente el turno de los bizantinos, que derrotan a los ostrogodos en tres grandes y sucesivas batallas: Taginae, Monte Lactarius y Casilinum. Así como la primera etapa tuvo como protagonista excluyente a Belisario y la segunda a Totila, la tercera presenta a la figura de Narses, un eunuco de setenta años, que mostró poco comunes habilidades militares, pese a no ser soldado y haber pasado toda su vida en la Corte imperial.

Las diferentes etapas de la Guerra Gótica
(CC Erster und Switter Gotenkrieg, NordNordWest. Adaptación y edición del autor)
Dalmacia. El punto de contacto terrestre entre bizantinos y ostrogodos, era la extensa frontera de Dalmacia con Iliria. “Aun si el rey ostrogodo no tenía intenciones expansionistas en el este, estaba bien situado para crear situaciones en tiempos turbulentos” (MOORHEAD, 198), por lo tanto, Justiniano decidió eliminar esta amenaza enviando contra Dalmacia a un ejército estacionado en Iliria  al mando del magister militum Mundo quien,  luego de algunos combates con las guarniciones ostrogodas, tomó la ciudad de Salona (actual Split). Teodato envió un ejército para recuperar la ciudad. Mauricio, hijo de Mundo, fue muerto en una escaramuza. Su padre, “dominado por una profunda ira”,  puso en fuga a los ostrogodos, pero también murió en la persecución [1]. Ello no impidió que, con refuerzos, los ostrogodos recuperaran Salona, aunque poco le costó a Constantino, sucesor de Mundo, volver a apoderarse de la ciudad. Dalmacia quedó así en poder de los bizantinos. Como se verá, con ello no solo se impidió una posible amenaza contra el territorio bizantino, sino que Dalmacia fue utilizada para el lanzamiento de las fuerzas que acabarían por desalojar al reino ostrogodo de Italia.  

Sicilia. La segunda invasión fue protagonizada por Belisario, quien desde la recién conquistada Cartago, desembarcó en Catania, en la isla de Sicilia. Justiniano no disponía de tropas en cantidad necesaria como para llevar a cabo una campaña en forma contra los ostrogodos. Las tropas con que contaba Belisario eran apenas la mitad de las que habían estado bajo su mando contra los vándalos, esto es, alrededor de cinco mil hombres, aunque Bury calcula ocho mil (BURY, 170). La referencia al respecto de Procopio no es clara, por lo que la cuestión permanece en una nebulosa. En vista de ello, Belisario recibió instrucciones: en primer lugar, hacer correr la voz  de que su desembarco era simplemente una escala y que luego continuaría a Cartago. Si no encontraba una oposición fuerte por parte de los ostrogodos y al mismo tiempo comprobaba que la población aceptaba de buen grado someterse a la autoridad imperio, Belisario haría lo necesario para ocupar la isla. De lo contrario, debía volver a Cartago. Belisario tenía conocimiento de que la guarnición ostrogoda en la isla era poco numerosa, ya que había recogido información al respecto cuando la escuadra que se dirigía a luchar contra el reino vándalo hizo un alto en la isla. Por ello, lo más importante era comprobar la buena disposición de la población. Para favorecerla, dio órdenes estrictas a sus hombres derespetar la vida y bienes de los pobladores. Catania se le rindió sin oposición y lo propio ocurrió con las demás ciudades.  La única resistencia seria que encontró Belisario fue en Panormus (actual Palermo), ciudad amurallada que se mostró poco menos que inexpugnable, por lo cual Belisario hizo un original y eficaz uso de la flota, en lo que fue un interesante antecedente de lo que en nuestros días hace al concepto de operación conjunta. Superado aquel obstáculo, el 31 de diciembre Belisario entró en Siracusa, “en medio de los aplausos de la población, mientras lanzaba al azar monedas d oro al pueblo y a las tropas”. Estas se había comportado correctamente con los pobladores, conforme lo solicitado por su jefe. Sicilia quedaba en poder bizantino, constituida en el trampolín desde el cual se atacaría Italia (HUGHES, 201). 

Ultimo recurso de Teodato para evitar la guerra.  La caída de Sicilia y la toma de Salonia por Mundus en Dalmacia, conmocionaron a Teodato, quien buscó una vez más un acuerdo con Justiniano a través de su astuto representante Pedro el Patricio. Teodato proponía reconocer el dominio bizantino sobre Sicilia así como la capitulación de numerosas ciudades, lo cual confirmaba con toda claridad el  reconocimiento de la supremacía excluyente del emperador sobre el territorio ostrogodo, ya que Teodato continuaría como un subordinado de aquel. De no aceptar Justiniano tal propuesta, ofrecía la abdicación, pidiendo se le entregasen propiedades que rindieran un ingreso anual enorme para esos tiempos, explicando que “encontraría mayor placer siendo un campesino libre de desvelos, que pasando mi vida en medio de las preocupaciones de un rey, alcanzado como está por un peligro tras otro. Le ruego enviar a un hombre tan pronto como sea posible en cuyas manos entregaré Italia y los asuntos del reino” (PROCOPIO, V.6, 56) Justiniano aceptó esta alternativa. Pero Teodato pronto cambió de idea, al conocer lo ocurrido en Dalmacia, con la muerte de Mauricio y Mundus, dejó de lado su propuesta y se dispuso a enfrentar a Justiniano.

Invasión de Italia. El sitio de Nápoles. Justiniano ordenó a Belisario invadir Italia. Una rebelión desatada en Cartago entre las tropas bizantinas allí estacionadas obligó a demorar la ejecución de tal orden, en tanto Belisario debió hacerse cargo de sofocar el conflicto. Si bien no dio término al mismo, derrotó a los rebeldes en la decisiva batalla de Membresa, pero otra insurrección, esta vez entre sus tropas estacionadas en Sicilia, hizo que Belisario retornara a la isla. Una vez resuelto el conflicto en base sobre todo a la “elocuencia”  de Belisario (y a una oportuna satisfacción económica para los amotinados), este se dispuso a cruzar el estrecho de Messina, dejando guarniciones en Palermo y Siracusa. Luego de la deserción del comandante ostrogodo que guardaba el estrecho (Ebrimuth, yerno de Teodato), Belisario avanzó sobre Nápoles sin encontrar resistencia, ya que los pueblos que iba atravesando carecían de murallas, por lo que su capitulación era inmediata. Nápoles contaba con murallas en buen estado, alzadas en un sitio muy apropiado para la defensa y con guarnición ostrogoda. Durante veinte días Belisario  sitió la ciudad y cuando estaba a punto de abandonar el asedio para marchar sobre Roma, el descubrimiento fortuito de un pasaje a través del acueducto que abastecía a la ciudad (inactivo en cuanto tal por haberlo cortado los bizantinos), permitió que unos cuatrocientos hombres redujeran a los guardias de dos de las torres de la muralla norte. Franqueado el acceso de esta forma, el ejército bizantino penetró en la ciudad, comenzando el saqueo y la matanza de sus habitantes hasta que cesaron ante la intervención personal de Belisario (HUGHES, 211).

Deposición de Teodato y designación de Vitiges. La pasividad de Teodato frente al avance de Belisario fue la causa de la elección de un nuevo rey, Vitiges, de origen humilde pero soldado experimentado. Teodato huyó hacia Ravena, siendo asesinado antes de llegar por un enviado de Vitiges. Este, ya en Roma, debió tomar una decisión ante los dos peligros que acechaban a su reino: el avance bizantino desde el sur y la presión que los francos ejercían en el Norte. Asimismo, si bien no existía un peligro inmediato, la situación en Dalmacia acentuaba la prioridad que tenía la defensa del norte del reino.  Las fuerzas de los francos eran considerablemente superiores en número a las de Belisario y las ostrogodas estaban concentradas en su mayoría en el Provenza y Venecia. Decidió entonces Vitiges partir hacia Ravena, dejando una pequeña fuerza (alrededor de cuatro mil hombres) en Roma.

Continuará en "De la formación del Imperio a las guerras de Justiniano (Parte IV)"

Bury, J.B., History of the Later Roman Empire. From the Death of Theodosius I to de Death of Justinian, Dover Publications, Nueva York, 1958.
            -The Invasion of Europe by the Barbarians. A Serie of Lectures. W.W. Norton & Co., Nueva York, 2000.
Collins, Roger, The Western Kingdoms, en The Cambridge Ancient History Vol. XIV, Late Antiquity: Empire and Successors, A.D.425-600, ed. Averil Cameron et al., Cambridge University Press, 2007.
Delbrück, Hans, The Barbarian Invasions. History of the Art of War. Volume II, University of Nebraska Press, Lincoln, 1990.
 Evans, J.A.S., The Age of Justinian. The Circumstances of the Imperial Power,  Routledge, Londres, 1996.
Hughes, Ian, Belisarius. The Last Roman General, Westholm, Barnsley, 2009.
Kaegi, Walter E. Jr., Some Toughts on Byzantine Military Strategy, Hellenic College Press, Brookline, 1983.
            - Byzantine Military Unrest 471-843. An Interpretation, Adolf M. Hakkert Publisher, Amsterdam, 1981.  Moorhead, John, Western Approaches (500600), en The Cambridge History of the Byzantine Empire c. 500–1492, ed. Jonathan Shepard, Cambridge University Press, Cambridge, 2008. Citado como Unrest.
Liddell Hart, Basil H., Strategy, 2ª ed., Meridian, Nueva York, 1991.
Moorhead, John, Western approaches (500–600), en The Cambridge history of the Byzantine Empire c. 500–1492, ed. Jonathan Shepard, Cambridge University Pres, Cambridge, 2008.
 Procopio de Cesárea, History of the Wars, Book V, The Gothic War, traducción y notas de H.B. Dewing, William Heinemann Ltd, Londres, 1919, disponible en  http://www.gutenberg.org/files/20298/20298-h/20298-h.htm









[1]           Es interesante la expresión que usa Procopio para describir la muerte del victorioso Mundus, “victoria Cadmea” (V.7, 59). El traductor y anotador de la obra, H.B. Dewing, aclara el significado de la expresión diciendo que se trata de una victoria donde “el vencedor muere en el combate”, probablemente derivada de un episodio relacionado con la historia de Cadmo, rey de Tebas. Tal expresión es similar a la de “victoria pírrica” o “a lo Pirro”, mucho más conocida ymuy usada en nuestro tiempo. 
© Rubén A. Barreiro 2015
A Parte IV

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