El Combate de los Treinta
“La más gloriosa
expresión militar de la Caballería”
I. Introducción. El 26 de marzo de 1351 tuvo lugar, en el marco de la
Guerra Civil Bretona, un singular hecho de armas que ha pasado a la historia
como uno de los más arquetípicos de aquella época. Se enfrentaron entonces
sesenta caballeros. Treinta de ellos pertenecían al bando de Blois, todos
bretones. Los restantes, que representaban al de Montfort, eran ingleses,
mercenarios alemanes o flamencos y unos pocos, también bretones.
No fue un encuentro casual, sino
concertado por los comandantes de dos plazas fuertes cercanas. Con árbitros y
algunas reglas. Y público. No estaban lejos de la verdad aquellos que lo
definieron como “un magnífico aunque sangriento torneo”.
Durante horas lucharon hasta que
finalmente se impusieron los partidarios de Blois. En el campo quedaron por lo
menos nueve muertos. Los demás, con heridas de diferente gravedad. Los del
bando de Montfort, prisioneros.
Para los contemporáneos, se trató
de uno de los hechos más importantes de la Guerra de los Cien Años y “la más gloriosa expresión militar de la
Caballería”, como lo señala Bárbara Tuchman [1]. Como dice esta autora, el
combate fue evocado con canciones, pinturas, tapices y monumentos.
Pese
a todo, no se conocen a ciencia cierta cuáles pueden haber sido las causas que
generaron este desafío. Algunos hablan de un lance destinado a determinar cuál
de las respectivas dulcineas era la más bella; otros, de la indignación causada
en los partidarios de Blois por las repetidas y violentas incursiones de los
ingleses en la campaña circundante; más allá, unos quieren ver que el combate
canalizaría la ira del comandante inglés ante los severos cargos de su oponente
sobre el comportamiento de su tropa; otros, que los ingleses estaban deseosos
de vengar la muerte de Thomas Dagworth, delegado real en Bretaña, en una
emboscada bretona.
Por
cierto, tampoco faltan quienes dudan del hecho, adjudicándolo a la leyenda y
mitos de la época.
Y
así como las causas se multiplican en las dudas, hay unánime acuerdo en que el
hecho no tuvo ninguna, absolutamente ninguna, incidencia en el curso de la
guerra. Sí mostró, como se verá, el escaso apego de los comandantes locales no
sólo al esfuerzo de guerra conjunto, sino a la tregua que a niveles superiores
se había pactado y se encontraba vigente. Y, como triste telón de fondo, la
epidemia, la Muerte Negra, que comenzaba a adueñarse de la Europa Occidental.
Parecería
que ocuparse de un acontecimiento tal, a estas alturas, resultaría superfluo,
innecesario. Un combate a muerte entre sesenta hombres, sin una causa concreta,
donde la sangre se derramó por cuestiones de honor, ha llevado a calificar esta
acción como “poca cosa, insignificante” o “arrogante bravuconada”.
Por
otra parte, historiadores de fuste, especialmente franceses (¿es necesario
señalar el origen bretón de la gran mayoría de ellos?), se han dejado llevar
por la pasión y tiñen el relato con una visión maniquea, en la que los bretones
de Blois ostentan todas las virtudes y los partidarios de Montfort merecen los
epítetos más duros (tampoco escapa a este demérito alguno de los pocos autores
ingleses que se han ocupado del tema, invirtiendo, claro está, las
preferencias…)
II. El
contexto histórico [2].
En
el marco temporal y espacial de la Guerra de los Cien Años, tuvieron lugar
muchas guerras, casi todas ellas fundadas en cuestiones dinásticas o
sucesorias. Se las incluye en el “inventario” de aquel gran conflicto, en tanto
los protagonistas de este, ingleses y franceses, participaron de una u otra
forma en las mismas. Una de ellas fue la
Guerra
Civil Bretona, que en la época del Combate de los Treinta llevaba ya diez años
de duración. En 1341 el título ducal (Bretaña era por entonces un ducado),
quedó vacante al morir Juan III sin descendencia directa. Aspiraban a sucederlo
por un lado su sobrina, Juana de Penthièvre, casada con Carlos de Blois,
sobrino del rey Felipe VI de Francia, y por el otro su medio hermano, Juan de
Montfort. Rápidamente las aspiraciones se canalizaron en bandos que pronto
estarían en guerra ("Montfortistes y Blésistes”). Las gentes del oeste bretón que
hablaban el idioma de la región, las de muchas ciudades y la mayoría de los
miembros de la alta burquesía apoyaban a Montfort. Los francoparlantes del
este, el clero y casi toda la nobleza, estaban con Blois.
II. Nota preliminar sobre las fuentes [5]. Quienes primero se han referido al Combate de los Treinta fueron los imprescindibles cronistas de la época, Jean le Bel [6], Jean Froissart [7] y Pierre le Baud [8]. Más tarde, los insignes historiadores bretones Pierre le Baud Bertrand d’Argentré (1668) [9], Guy-Alexis Lobineau [10] (1707) y Pierre-Hyacinthe Morice [11] (1742-1754.)
Bretaña, las plazas de Josselin y Ploermel, y el lugar del combate.Sumption, Jonathan, The Hundred Years War Volume II Trial by Fire (pág. 31) Edición del autor |
Cuando Montfort buscó, y concretó, una alianza con Eduardo III de
Inglaterra, a la sazón en guerra con Francia desde 1337, Blois obtuvo el apoyo
del Parlamento francés y Montfort fue derrotado en Nantes el 2 de noviembre de
1341, y encarcelado. Su esposa, Juana de Flandes, pasó a liderar el bando de su
esposo y el conflicto entonces dio en
llamarse “la guerra de las Juanas” (este detalle aparecerá, como hipótesis, en
el Combate de los Treinta.)
Los ingleses aliados de Montfort habían desembarcado en abril de 1342.
Durante todo el periodo de la guerra y tal como era propio de la época, hubo
escasas batallas campales. Los ingleses
y sus aliados habían tomado una serie de castillos y plazas fuertes que
amenazaban el punto fuerte del bando de Blois, Rennes. “Las circunstancias exactas en las que esos lugares fueron capturados
nunca fueron registradas, aunque no debieron representar grandes movimientos de
tropas. La mayoría de ellos fueron tomados por pequeños grupos de hombres. Así
era la guerra en Bretaña: campañas irregulares de escaramuzas, emboscadas y
golpes de mano nocturnos, luchas circunstanciales” [3], a lo que deben agregarse
incursiones periódicas de ambos destinadas tanto a hostigar al enemigo como a
procurarse suministros, cuando no al saqueo y destrucción de propiedades.
A comienzos de 1351, el castillo de Josselin estaba ocupado por las
tropas bretonas al mando de Juan de Beaumanoir, “una poderosa compañía de hombres de armas [4] y escuderos de su
estirpe…” A unos trece kilómetros, se encontraba la plaza fuerte de
Ploermel, donde se encontraba un contingente de ingleses, alemanes -mercenarios-
y bretones, al mando de Roberto de Bamborough (en los relatos franceses aparece
en todos los casos con nombres que parten de lo fonético: Bembro, Branborc,
etc.)
II. Nota preliminar sobre las fuentes [5]. Quienes primero se han referido al Combate de los Treinta fueron los imprescindibles cronistas de la época, Jean le Bel [6], Jean Froissart [7] y Pierre le Baud [8]. Más tarde, los insignes historiadores bretones Pierre le Baud Bertrand d’Argentré (1668) [9], Guy-Alexis Lobineau [10] (1707) y Pierre-Hyacinthe Morice [11] (1742-1754.)
En 1813, un hallazgo en la Biblioteca Real de París,
revolucionó la cuestión: se trataba de una balada o poesía compuesta pocos años
después del Combate de los Treinta, al estilo de los viejos cantares de gesta, donde se relataban
los hechos del combate. Se cree que Argentré, Lobineau y Morice se guiaron por
este poema en sus historias, antes de que el mismo se extraviara en algún
archivo. Pocos años después de este
descubrimiento, aparece un capítulo perdido de las crónicas de Froissart, que
precisamente se refiere al combate.
En esos años muchos historiadores dudaban, o
directamente negaban, la existencia del combate. Estos dos elementos, que pese
a la diferencia de estilos, coincidían en lo principal del relato, corroboraron
la existencia de este singular episodio, aunque naturalmente los detalles del
mismo continúan, en muchos aspectos, en una bruma de versiones, omisiones y
contradicciones. A partir de estos descubrimientos, además de su publicación,
se conocieron dos trabajos notables. El primero, de uno de los descubridores
del poema, <Christophe-Paulin de La Poix, chevalier de Fréminville [12], es una introducción a la balada,
en la que hace un relato pormenorizado de los hechos, aunque lo más relevante
es la defensa de la autenticidad del combate, frente a los historiadores que
dudaban del mismo. El segundo de los trabajos se debe a un inglés, William Harrison
Ainsworth [13],
donde se analiza tanto el poema como el capítulo recuperado de Froissart.
IV. Los hechos. Motivaciones. Durante una de las
tantas treguas acordadas entre los bandos en conflicto, Juan de Beaumanoir se
dirigió a Ploermel, munido de un salvoconducto, para encontrarse con Roberto de
Bamborough. Tanto le Bel como Froissart, se limitan a relatar que Beaumanoir,
sin más, le propuso al inglés una justa con “lanzas y espadas” entre dos o tres
caballeros por bando, por “el amor de sus
damas” (Froissart sustituye “damas” por “amigas”.)
Tenemos, pues, una primera causa posible: la concreción de ese “sueño
de heroísmo a través del amor”, tan propio del ideal caballeresco [14].
[2] Para un detalle de las
causas y desarrollo de la guerra civil bretona, véase Wagner, John A., Encyclopedia
of the Hundred Years War, Greenwood Press, Westport (USA), 2006, págs. 59 a
61.
[3] Sumption, Jonathan, The Hundred Years War Volume II Trial by Fire,
Faber and Faber, Londres, 2001, pág. 33.
[4] Si bien el Combate de los
Treinta es un hecho de armas que reúne todos los aspectos que hacen a la
Caballería Medieval, compuesta por hombres regidos por un código de conducta
riguroso y singular, no puede dejar de tenerse en cuenta que, conforme una
tendencia que se venía dando desde hacía ya un siglo, entre los componentes de
la caballería pesada había cada vez menos miembros de aquella Caballería. De
allí que usemos la denominación genérica de “hombres de armas”. Sobre las
medidas implementadas en Inglaterra para aumentar la cantidad de caballeros
(cuya disminución “amenazaba no sólo la
capacidad militar del país, sino también la provisión de buen gobierno en las
localidades”, véase Prestwich, Michael, Plantagenet
England 1225-1360, Oxford University Press, Oxford (UK), 2005, págs..
402/403.
[5] Todas las referencias y
citas de los autores nombrados en este punto, serán consignadas en el texto
principal, con indicación del apellido del autor y la página de la obra.
[6] Chronique de Jean le Bel, Société de l’Histoire de France, tomo II,
Librairie Renouard, París, 1895, disponible en archive.org/details/chroniquedejeand02lebeuoft
[7] Chroniques de
Froissart , Collection des Chroniques Nationales Françaises, tomo III, Verdiere, París, 1824, disponible en http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=inu. 32000009293608;view=1up;seq=6
[8] Pierre le Baud, Histoire de Bretagne avec les Chroniques de Vitres et de Laval, Gervais
Alliot, París, 1638, disponible en http://www.bvh.univ-tours.fr/ Consult/ index.asp?numfiche=265
[9] Bertrand d’Argentré, L’Histoire de Brétagne, des Rois, Ducs,
Comtes et Princes Dicelle, Ivan Vatar Imprimeur, Rennes, 1668, disponible
en https://archive.org/details/
abregdelhistoir00argegoog
[10] Gui Alexis Lobineau, Histoire de Bretagne, tomo I, Veuve
François Muguet, París, 1707, disponible en http://books.google.com.ar/ books?id=
oluQEn6qlQYC&printsec= frontcover&dq=Histoire+de+Bretagne
&hl=en&sa=X&ei=X8hnVLW6CIyjNqrlgdgH&redir_esc=y#v=onepage&q=Histoire%20de%20Bretagne&f=false
[11] Pierre-Hyacinthe Morice, Histoire Ecclesiastique et Civile de Bretagne, Delaguette, París,
1750, disponible en http://books.google.com.ar/books
?id=ABRCAAAAcAAJ&printsecfrontcover&dq =morice+histoire+de+bretagne
&hl=en&sa=X&ei=Qc9nVJSDNYWhgwSDtYOgBA&redir_esc=y#v=onepage&q=morice%20histoire%20de%20bretagne&f=false
[12] Le
combat des Trente. Poème du XIVe. Siècle transcrit sur le manuscrit
original conservé à la Bibliotheque du Roi et accompagné de notes historiques
par le Chevalier de Freminville, Lefournier, Brest, 1819, disponible en http://bibnum.univ-rennes2.fr /items/show/340?image=4#bibnum
[13] The combat of
the Thirty, from a Breton Lay of the Fourteenth Century, Londres,
Chapman and Hall, 1849, disponible en
http://books.google.com.ar/books? id=fGUCAAAAQAAJ&printsec=frontcover&dq= The+combat+of+the+thirty+ainsworth&hl=en&sa=X&ei=UuFnVP_yHOjIsASKsYL4CA&ved=0CB0Q6AEwAA#v=onepage&q=The%20combat%20of%20the%20thirty%20ainsworth&f=false
[14] Huizinga, Johan, The
Waning of the Middle Ages, Edward Arnold Publishers Ltd, Londres, 1924, pág.
67. De la Borderie rechaza enfáticamente la especie: “Ni uno de los sesenta campeones, diga lo que diga Froissart, soñaba
con luchar por el honor ‘de su dama o el amor de su amiga’. La cuestión era
otra”.
Continuará
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