En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

17 de noviembre de 2014


El Combate de los Treinta

La más gloriosa expresión militar de la Caballería”



Primera Parte

I.          Introducción. El 26 de marzo de 1351 tuvo lugar, en el marco de la Guerra Civil Bretona, un singular hecho de armas que ha pasado a la historia como uno de los más arquetípicos de aquella época. Se enfrentaron entonces sesenta caballeros. Treinta de ellos pertenecían al bando de Blois, todos bretones. Los restantes, que representaban al de Montfort, eran ingleses, mercenarios alemanes o flamencos y unos pocos, también bretones.


No fue un encuentro casual, sino concertado por los comandantes de dos plazas fuertes cercanas. Con árbitros y algunas reglas. Y público. No estaban lejos de la verdad aquellos que lo definieron como “un magnífico aunque sangriento torneo”.

Durante horas lucharon hasta que finalmente se impusieron los partidarios de Blois. En el campo quedaron por lo menos nueve muertos. Los demás, con heridas de diferente gravedad. Los del bando de Montfort, prisioneros.

Para los contemporáneos, se trató de uno de los hechos más importantes de la Guerra de los Cien Años y “la más gloriosa expresión militar de la Caballería”, como lo señala Bárbara Tuchman [1]. Como dice esta autora, el combate fue evocado con canciones, pinturas, tapices y monumentos.

Pese a todo, no se conocen a ciencia cierta cuáles pueden haber sido las causas que generaron este desafío. Algunos hablan de un lance destinado a determinar cuál de las respectivas dulcineas era la más bella; otros, de la indignación causada en los partidarios de Blois por las repetidas y violentas incursiones de los ingleses en la campaña circundante; más allá, unos quieren ver que el combate canalizaría la ira del comandante inglés ante los severos cargos de su oponente sobre el comportamiento de su tropa; otros, que los ingleses estaban deseosos de vengar la muerte de Thomas Dagworth, delegado real en Bretaña, en una emboscada bretona.

Por cierto, tampoco faltan quienes dudan del hecho, adjudicándolo a la leyenda y mitos de la época.

Y así como las causas se multiplican en las dudas, hay unánime acuerdo en que el hecho no tuvo ninguna, absolutamente ninguna, incidencia en el curso de la guerra. Sí mostró, como se verá, el escaso apego de los comandantes locales no sólo al esfuerzo de guerra conjunto, sino a la tregua que a niveles superiores se había pactado y se encontraba vigente. Y, como triste telón de fondo, la epidemia, la Muerte Negra, que comenzaba a adueñarse de la Europa Occidental.

Parecería que ocuparse de un acontecimiento tal, a estas alturas, resultaría superfluo, innecesario. Un combate a muerte entre sesenta hombres, sin una causa concreta, donde la sangre se derramó por cuestiones de honor, ha llevado a calificar esta acción como “poca cosa, insignificante” o “arrogante bravuconada”.

Por otra parte, historiadores de fuste, especialmente franceses (¿es necesario señalar el origen bretón de la gran mayoría de ellos?), se han dejado llevar por la pasión y tiñen el relato con una visión maniquea, en la que los bretones de Blois ostentan todas las virtudes y los partidarios de Montfort merecen los epítetos más duros (tampoco escapa a este demérito alguno de los pocos autores ingleses que se han ocupado del tema, invirtiendo, claro está, las preferencias…)

II.         El contexto histórico [2]. En el marco temporal y espacial de la Guerra de los Cien Años, tuvieron lugar muchas guerras, casi todas ellas fundadas en cuestiones dinásticas o sucesorias. Se las incluye en el “inventario” de aquel gran conflicto, en tanto los protagonistas de este, ingleses y franceses, participaron de una u otra forma en las mismas. Una de ellas fue la  Guerra Civil Bretona, que en la época del Combate de los Treinta llevaba ya diez años de duración. En 1341 el título ducal (Bretaña era por entonces un ducado), quedó vacante al morir Juan III sin descendencia directa. Aspiraban a sucederlo por un lado su sobrina, Juana de Penthièvre, casada con Carlos de Blois, sobrino del rey Felipe VI de Francia, y por el otro su medio hermano, Juan de Montfort. Rápidamente las aspiraciones se canalizaron en bandos que pronto estarían en guerra ("Montfortistes y Blésistes”). Las gentes del oeste bretón que hablaban el idioma de la región, las de muchas ciudades y la mayoría de los miembros de la alta burquesía apoyaban a Montfort. Los francoparlantes del este, el clero y casi toda la nobleza, estaban con Blois.
Bretaña, las plazas de Josselin y Ploermel, y el lugar del combate.Sumption, Jonathan, The Hundred Years War Volume II Trial by Fire (pág. 31)
Edición del autor
Cuando Montfort buscó, y concretó, una alianza con Eduardo III de Inglaterra, a la sazón en guerra con Francia desde 1337, Blois obtuvo el apoyo del Parlamento francés y Montfort fue derrotado en Nantes el 2 de noviembre de 1341, y encarcelado. Su esposa, Juana de Flandes, pasó a liderar el bando de su esposo y el conflicto  entonces dio en llamarse “la guerra de las Juanas” (este detalle aparecerá, como hipótesis, en el Combate de los Treinta.)

Los ingleses aliados de Montfort habían desembarcado en abril de 1342. Durante todo el periodo de la guerra y tal como era propio de la época, hubo escasas  batallas campales. Los ingleses y sus aliados habían tomado una serie de castillos y plazas fuertes que amenazaban el punto fuerte del bando de Blois, Rennes. “Las circunstancias exactas en las que esos lugares fueron capturados nunca fueron registradas, aunque no debieron representar grandes movimientos de tropas. La mayoría de ellos fueron tomados por pequeños grupos de hombres. Así era la guerra en Bretaña: campañas irregulares de escaramuzas, emboscadas y golpes de mano nocturnos, luchas circunstanciales” [3], a lo que deben agregarse incursiones periódicas de ambos destinadas tanto a hostigar al enemigo como a procurarse suministros, cuando no al saqueo y destrucción de propiedades.

A comienzos de 1351, el castillo de Josselin estaba ocupado por las tropas bretonas al mando de Juan de Beaumanoir, “una poderosa compañía de hombres de armas [4] y escuderos de su estirpe…” A unos trece kilómetros, se encontraba la plaza fuerte de Ploermel, donde se encontraba un contingente de ingleses, alemanes -mercenarios- y bretones, al mando de Roberto de Bamborough (en los relatos franceses aparece en todos los casos con nombres que parten de lo fonético: Bembro, Branborc, etc.)

II.         Nota preliminar sobre las fuentes [5]. Quienes primero se han referido al Combate de los Treinta fueron los imprescindibles cronistas de la época, Jean le Bel [6], Jean Froissart [7] y Pierre le Baud [8].  Más tarde, los insignes historiadores bretones Pierre le Baud  Bertrand d’Argentré (1668) [9], Guy-Alexis Lobineau [10] (1707) y Pierre-Hyacinthe Morice [11] (1742-1754.)

En 1813, un hallazgo en la Biblioteca Real de París, revolucionó la cuestión: se trataba de una balada o poesía compuesta pocos años después del Combate de los Treinta, al estilo de los viejos cantares de gesta, donde se relataban los hechos del combate. Se cree que Argentré, Lobineau y Morice se guiaron por este poema en sus historias, antes de que el mismo se extraviara en algún archivo. Pocos años después de este descubrimiento, aparece un capítulo perdido de las crónicas de Froissart, que precisamente se refiere al combate.

En esos años muchos historiadores dudaban, o directamente negaban, la existencia del combate. Estos dos elementos, que pese a la diferencia de estilos, coincidían en lo principal del relato, corroboraron la existencia de este singular episodio, aunque naturalmente los detalles del mismo continúan, en muchos aspectos, en una bruma de versiones, omisiones y contradicciones. A partir de estos descubrimientos, además de su publicación, se conocieron dos trabajos notables. El primero, de uno de los descubridores del poema, <Christophe-Paulin de La Poix, chevalier de Fréminville [12], es una introducción a la balada, en la que hace un relato pormenorizado de los hechos, aunque lo más relevante es la defensa de la autenticidad del combate, frente a los historiadores que dudaban del mismo. El segundo de los trabajos se debe a un inglés, William Harrison Ainsworth [13], donde se analiza tanto el poema como el capítulo recuperado de Froissart.

IV.       Los hechos. Motivaciones. Durante una de las tantas treguas acordadas entre los bandos en conflicto, Juan de Beaumanoir se dirigió a Ploermel, munido de un salvoconducto, para encontrarse con Roberto de Bamborough. Tanto le Bel como Froissart, se limitan a relatar que Beaumanoir, sin más, le propuso al inglés una justa con “lanzas y espadas” entre dos o tres caballeros por bando, por “el amor de sus damas” (Froissart sustituye “damas” por “amigas”.)

Tenemos, pues, una primera causa posible: la concreción de ese  “sueño de heroísmo a través del amor”, tan propio del ideal caballeresco [14].




[1]          The Distant Mirror, Random House, Nueva York, 1987, pág. 112.
[2]          Para un detalle de las causas y desarrollo de la guerra civil bretona, véase Wagner, John  A., Encyclopedia of the Hundred Years War, Greenwood Press, Westport (USA), 2006, págs. 59 a 61. 
[3]          Sumption, Jonathan, The Hundred Years War Volume II Trial by Fire, Faber and Faber, Londres, 2001, pág. 33.
[4]          Si bien el Combate de los Treinta es un hecho de armas que reúne todos los aspectos que hacen a la Caballería Medieval, compuesta por hombres regidos por un código de conducta riguroso y singular, no puede dejar de tenerse en cuenta que, conforme una tendencia que se venía dando desde hacía ya un siglo, entre los componentes de la caballería pesada había cada vez menos miembros de aquella Caballería. De allí que usemos la denominación genérica de “hombres de armas”. Sobre las medidas implementadas en Inglaterra para aumentar la cantidad de caballeros (cuya disminución “amenazaba no sólo la capacidad militar del país, sino también la provisión de buen gobierno en las localidades”, véase Prestwich, Michael, Plantagenet England 1225-1360, Oxford University Press, Oxford (UK), 2005, págs.. 402/403.
[5]          Todas las referencias y citas de los autores nombrados en este punto, serán consignadas en el texto principal, con indicación del apellido del autor y la página de la obra.
[6]          Chronique de Jean le Bel, Société de l’Histoire de France, tomo II, Librairie Renouard, París, 1895, disponible en  archive.org/details/chroniquedejeand02lebeuoft
[7]         Chroniques de Froissart , Collection des Chroniques Nationales Françaises, tomo III, Verdiere, París, 1824, disponible en http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=inu. 32000009293608;view=1up;seq=6
[8]          Pierre le Baud, Histoire de Bretagne avec les Chroniques de Vitres et de Laval, Gervais Alliot, París, 1638, disponible en http://www.bvh.univ-tours.fr/ Consult/ index.asp?numfiche=265
[9]          Bertrand d’Argentré, L’Histoire de Brétagne, des Rois, Ducs, Comtes et Princes Dicelle, Ivan Vatar Imprimeur, Rennes, 1668, disponible en  https://archive.org/details/ abregdelhistoir00argegoog
[10]          Gui Alexis Lobineau, Histoire de Bretagne, tomo I, Veuve François Muguet, París, 1707, disponible en http://books.google.com.ar/ books?id= oluQEn6qlQYC&printsec= frontcover&dq=Histoire+de+Bretagne &hl=en&sa=X&ei=X8hnVLW6CIyjNqrlgdgH&redir_esc=y#v=onepage&q=Histoire%20de%20Bretagne&f=false
[11]          Pierre-Hyacinthe Morice, Histoire Ecclesiastique et Civile de Bretagne, Delaguette, París, 1750, disponible en http://books.google.com.ar/books ?id=ABRCAAAAcAAJ&printsecfrontcover&dq =morice+histoire+de+bretagne &hl=en&sa=X&ei=Qc9nVJSDNYWhgwSDtYOgBA&redir_esc=y#v=onepage&q=morice%20histoire%20de%20bretagne&f=false
[12]          Le combat des Trente. Poème du XIVe. Siècle transcrit sur le manuscrit original conservé à la Bibliotheque du Roi et accompagné de notes historiques par le Chevalier de Freminville, Lefournier, Brest, 1819, disponible en http://bibnum.univ-rennes2.fr /items/show/340?image=4#bibnum
[13]          The combat of the Thirty, from a Breton Lay of the Fourteenth Century, Londres, Chapman and Hall, 1849, disponible en
http://books.google.com.ar/books? id=fGUCAAAAQAAJ&printsec=frontcover&dq= The+combat+of+the+thirty+ainsworth&hl=en&sa=X&ei=UuFnVP_yHOjIsASKsYL4CA&ved=0CB0Q6AEwAA#v=onepage&q=The%20combat%20of%20the%20thirty%20ainsworth&f=false
[14]          Huizinga, Johan, The Waning of the Middle Ages, Edward Arnold Publishers Ltd, Londres, 1924, pág. 67. De la Borderie rechaza enfáticamente la especie: “Ni uno de los sesenta campeones, diga lo que diga Froissart, soñaba con luchar por el honor ‘de su dama o el amor de su amiga’. La cuestión era otra”.

Continuará

© Rubén A. Barreiro 2014

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