En la página FUEGO Y MANIOBRA encontrará la Introducción y capítulos referidos a la guerras en la Edad Media, de la obra del mismo nombre del Dr. Mg. Jorge A.Vigo

15 de septiembre de 2014

LA GUERRA DE SITIO DURANTE EL PERIODO BIZANTINO

 Por Mg. Rubén A. Barreiro

1.         Introducción. La guerra de sitio ocupó un lugar destacado en la historia militar bizantina. En realidad, durante toda la Edad Media tal modalidad tuvo protagonismo debido a múltiples causas, a tal punto que se ha dicho que

“… Los asedios fueron mucho más numerosos que las batallas campales…” [1].

            En el caso de Bizancio, se dio un fenómeno particular, ya señalado anteriormente: en algunos casos, dada la baja cantidad relativa de efectivos utilizados por el imperio, aun en guerras de conquista le resultaba más conveniente asumir el papel de defensor de una plaza fuerte.
Tal el caso de lo decidido por Belisario en 536-537: habiendo tomado Roma con sólo 5000 hombres, no pudo continuar su avance contra los ostrogodos, que lo superaban ampliamente en número, y decidió esperarlos tras los muros de la ciudad. El sitio se prolongó por algo más de un año, y luego de diversas alternativas, los ostrogodos lo abandonaron.

            Sin embargo, varias fueron las ocasiones en las que el ejército bizantino fue sitiador, en especial durante las campañas de los generales y emperadores Nicéforo Focas, Juan I Tzimiskes y Basilio II (960-1025).

“La guerra de sitio, tanto ofensiva como defensiva, fue considerada por los historiadores, generales y autores de manuales militares como un elemento esencial del esfuerzo militar del imperio” [2].

En lo que hace a las tácticas de sitio bizantinas, se ha dicho que las mismas “no eran especialmente sofisticadas”. Se basaban en tres aspectos: la supresión de todo medio de abastecimiento a la plaza sitiada, el bombardeo de la misma por medio de diferentes máquinas y el cavado de minas o pasadizos por medio de los cuales introducirse en aquella. De todos modos, el principal recurso fue rendir a los sitiados por el hambre, con lo cual se obtenía también un considerable ahorro de medios y sobre todo por las bajas que hubieran provocado los combates para forzar la situación [3].

La provocación de una “salida” por parte de los sitiados también estuvo dentro de la táctica bizantina, cuando la rendición por hambre de la plaza podría llevar más tiempo del conveniente o necesario según las circunstancias.

            Pero, por sobre todo, fueron los numerosos sitios a los que fue sometida Constantinopla, los que marcan el cenit de la guerra de sitio bizantina. Constantinopla, que en más de mil años, sólo debió ceder ante el asaltante en dos oportunidades: en 1204, frente a los caballeros de la Cuarta Cruzada y sus aliados, y en 1453, cuanto los turcos se apoderan de ella y así concluyen con la existencia del Imperio de Bizancio. La ciudad resistió a los persas y ávaros  (626), a los sarracenos (673), a los árabes en dos oportunidades (674-678 y 717-718), a los búlgaros (813), a los rusos (860 y 941), a los caballeros de la cuarta cruzada en su primer sitio (1203) y a los turcos en 1396 y 1422.

2.         Aspectos salientes de la guerra de sitio durante el periodo bizantino. La defensa de un centro urbano, tal como, por ejemplo, Constantinopla, tiene siempre dos aspectos: uno pasivo, estático y otro activo, dinámico. En el primer aspecto deben comprenderse todas las obras de fortificación, de cualquier índole, especial pero no excluyentemente las murallas, torres amuralladas, trincheras y otras obras de arte. En lo que hace a la defensa dinámica, ésta se basa primordialmente en sus guarniciones, armamento y organización logística adecuada, que provea lo necesario para la subsistencia de los defensores y de la población [4].

2.1       El sistema defensivo de Constantinopla.

Las murallas. “La historia de mil años muestra la sabiduría de Constantino al elegir a Bizancio como su nueva capital. Necesitaba un emplazamiento desde el cual el emperador pudiera ejercer su autoridad sobre el sudeste de Europa y Asia, y desde donde se pudiera alcanzar con igual facilidad el Danubio y el Eufrates… existían pocos sitios entre los cuales escoger… pero nunca que pudiera compararse en potencial estratégico con el promontorio de Bizancio, a la entrada del Bósforo” [5].

            Desde Bizancio, entonces, se tenía el control del paso del Egeo al Mar Negro. Constituía la encrucijada entre Europa y Asia Menor, era al mismo tiempo barrera y puerta de acceso, tanto para disuadir al invasor como para franquear el paso de quienes en paz querían unir ambos mundos. Por ello, tanto en lo militar, como en lo comercial, Constantinopla no tenía igual [6]. Y por lo mismo, era un sitio de convergencia de diferentes culturas.

            Pero, más allá de la importancia estratégica de la situación de Constantinopla, las características geográficas del emplazamiento le daban una enorme ventaja en punto a su defensa frente a los ataques de eventuales invasores.

            La ciudad estaba rodeada por agua en tres de sus lados: el llamado Cuerno de Oro al este y el Mar de Mármara, al sur y al norte. Sólo por el oeste la ciudad tenía acceso por tierra. Su territorio tenía una forma triangular y sus dimensiones eran aproximadamente de seis a siete kilómetros en su parte más larga y de seiscientos metros a seis o siete kilómetros de ancho. Existían algunas colinas, de unos 80 a 100 metros de altura y era recorrida en parte por el río Lykos.
           
            La posición de la ciudad le daba un potencial defensivo no igualado por ninguna ciudad de igual importancia en toda Europa [7].
Constantinopla. Murallas y puertas
Por el hecho de encontrarse en una península, el perímetro amurallado, especialmente el destinado a proteger los accesos terrestres a la ciudad, eran de extensión inferior a la común, lo que acarreaba la ventaja de una defensa más concentrada y con menor cantidad de efectivos (los defensores de Constantinopla nunca sobrepasaron los 24.000 hombres) [8]

La primera muralla la construyó Constantino. Tenía unos tres kilómetros de longitud e iba desde el Mar de Mármara (Proponéis) al Cuerno de Oro. Se trataba de un muro simple, con varias torres. Comenzada en 324 sobrevivió hasta el reinado de Justiniano, ya que el crecimiento de la ciudad la fue haciendo desaparecer [9]

Durante el reinado de Teodosio II (408-450), éste decidió la construcción de una nueva muralla, teniendo en cuenta que el crecimiento de la ciudad había vuelto obsoleta la muralla de Constantino, siendo necesario extender el territorio protegido hacia el oeste. Para hacerse cargo de los trabajos designó a Antemius, prefecto del pretorio de Oriente y regente durante la minoridad del emperador [10].
 
Secciòn reconstruida de la muralla de Teodosio      
            Las obras dieron comienzo en 412 y finalizaron en 423 [11]. La nueva muralla estaba emplazada a alrededor de 1.600 metros de la de Constantino. La muralla, desde entonces conocida como “la muralla de Teodosio” o “Teodosiana”, estaba compuesta por cinco partes. La muralla principal o interior, la defensa principal, tenía un espesor de 4,2 a 5 metros y una altura de 11/12 metros. En ella se levantaban 96 torres cuadradas u octogonales, de 18 a 23 metros de altura, separadas entre sí por 50/70 metros. Cada torre tenía dos recintos, al superior de los cuales se accedía desde el parapeto de la muralla y donde se guardaban municiones, guarnecidas por centinelas.
Corte de la muralla de Teodosio 
Entre la muralla principal y la exterior existía un espacio libre, terraza o campo parateikon), de unos 15 a 21 metros de ancho, utilizado para la circulación de los defensores y su eventual agrupamiento ante una posible irrupción del enemigo.

La muralla exterior era delgada por comparación con la principal: tenía un espesor que iba de unos 60 centímetros a dos metros y su altura era de 9 a 10,5 metros. También contaba con 96 torres.

            Tanto los muros como las torres eran de hormigón, piedra caliza y ladrillos.

            Entre la muralla exterior y la escarpa almenada del foso existía otro espacio de circulación (el peribolo), de unos 14 metros de ancho.

            El foso tenía alrededor de 18 metros de ancho y su profundidad variaba [12].

Además de esta muralla que protegía el acceso terrestre, rodeaban totalmente la ciudad una serie de murallas que tenían como misión la de hacer lo propio con relación a los ataque por mar. Eran de una construcción más simple y menos poderosa que aquella. Las razones para ello eran de variada índole: en primer lugar, durante mucho tiempo la marina bizantina era reputada como la mejor y más eficaz, de manera tal que podía oponer una resistencia activa a cualquier flota enemiga que se acercara con intenciones agresivas. Esto fue un elemento decisivo hasta que diferentes enemigos desarrollaron flotas que pudieron enfrentarse con éxito a la bizantina, en especial los venecianos y otomanos. Por otra parte, ciertas características del litoral marítimo de Constantinopla dificultaban la aproximación de buques hostiles. Ya se ha hecho mención al régimen de vientos, al que hay que agregar también el de las corrientes predominantes, siendo la acción combinada de ambos factores determinantes para dificultar el progreso hacia la costa de los buques de la época, propulsados principalmente por remos y en menor escala, por velas.

El Cuerno de Oro, además, fue protegido, casi permanentemente, por una gruesa cadena sostenida por pontones, que impedía el ingreso de buques desde el Bósforo. El extremo correspondiente a Galata estaba alojado en la Torre Vieja de Galata, que databa de la época Justiniano, donde un mecanismo podía tensar o aflojar la cadena, según conviniera. Ya se verá como el sultán Mehmet burló este impedimento en 1453.

De todos modos, las murallas marítimas se extendían, para el conjunto de las enfrentadas al Cuerno de Oro y al mar de Mármara, por más de 14 kilómetros, con un altura de entre 10 y 15 metros, guarnecidas en total por unas 300 torres. Para desempeñar mejor su función, su sección en la parte que miraba hacia el mar era perpendicular y estaban ubicadas a diferentes distancias de la costa: las del Cuerno de Oro, a unos 40 metros; las del mar de Mármara prácticamente en la línea de las más altas mareas.

 Del otro lado del Cuerno de Oro, en Galata, los genoveses  que ocuparon el lugar a mediados del siglo XIV construyeron una muralla que rodeaba totalmente el asentamiento, con una torre (la “Torre de Cristo”) de más de 60 metros de altura, construida por los genoveses en 1348.

            Para concluir con el tema de las murallas, es preciso referirse brevemente a las puertas de las mismas. Algunas de ellas tenían propósito exclusivamente militar, otras –las puertas públicas- facilitaban la entrada y salida de la ciudad a todo tipo de tráfico. La más célebre de todas las puertas militares fue la denominada “Puerta de Oro”, situada en el extremo más próximo al mar de Mármara [13]. La puerta de Carisius también se destacó, puesto que estaba situada en un punto vulnerable –coincidente con la entrada del río Licos en la ciudad-, razón por la cual casi siempre fue objeto de ataques reiterados por los sitiadores. Las puertas dividían la muralla en seis secciones, protegida cada una de estas secciones por una guarnición [14].

La organización de la defensa. Si bien el muy extenso periodo de existencia de Constantinopla presenta múltiples y diferentes aspectos, una de las constantes más notables ha sido la exigüidad de la guarnición permanente de la ciudad. Y había razones para ello:

“Guarnecer Constantinopla… implicaba consideraciones que iban mucho más allá de las calidad de las tropas que defendían sus murallas. La defensa de la capital era más una necesidad de orden político más que militar, y por ello requería actuar equilibradamente. Un gran número de tropas en la ciudad y en sus alrededores representaba una amenaza potencial para la seguridad del emperador. De allí la poca cantidad de hombres empleados como guardianes, así como la preferencia por tropas extranjeras, como los varegos…[15] En todo caso mantener una gran guarnición permanente habría implicado una propuesta extremadamente onerosa. El costo de mantenimiento del ejército bizantino era el mayor ítem de los gastos del imperio, y cuando una amenaza importante se cernía sobre Constantinopla, podían enviarse a la ciudad tropas regionales bastante rápidamente” [16] .

            Tal como se ha visto, por lo general las tropas que defendían la ciudad eran mercenarios extranjeros. Pero en los casos en que Constantinopla estaba gravemente amenazada por los sitios, la mayoría de sus ciudadanos acudía a las murallas para defenderla.

            En punto al armamento, no nos referiremos aquí al que ordinariamente utilizaban las tropas de la guarnición (espadas, lanzas, arcos, hachas, escudos, armaduras, etc.). Es importante, sí, referirse a dos aspectos: la artillería y el fuego griego.

            Como es sabido, con el término “artillería” nos referimos tanto a las máquinas accionadas por diferentes medios mecánicos destinadas a arrojar piedras, flechas u otros objetos [17] contra diferentes blancos, como a aquellas armas que, mediante el uso de la pólvora como propulsor, también se utilizan para lanzar diversos proyectiles. De todas estas armas se valieron, en el curso de los numerosos asedios de la ciudad, tanto los defensores de Constantinopla como sus sitiadores.

            Pero, en el caso de Bizancio, existía un arma, “única en su género[18], el denominado “fuego griego”.

            Con relación al fuego griego, se trata de uno de los adelantos más sorprendentes realizados en materia de armas por parte del imperio bizantino, al que se le debe la eficaz defensa de Constantinopla en múltiples ocasiones (ver recuadro).
            En lo que hace a la artillería, las máquinas utilizadas fueron la catapulta, el onagro, la balista y el trabuquete o fundíbulo.

            En los sitios de Constantinopla también se utilizaron torres de sitio (bastidas) y, como se verá, en 1453 los turcos usaron a menudo, con éxito diverso, los trabajos de zapa y minado de las murallas.

            Ya en el siglo XIV comienzan a aparecer las armas de fuego, que utilizan la pólvora como elemento de propulsión del proyectil. Al parecer fue en 1396 cuando por primera vez se usaron cañones durante uno de los sitios de Constantinopla: curiosamente, no fueron ni los sitiadores turcos ni los sitiados bizantinos quienes lo hicieron, sino los aliados genoveses de estos últimos, establecidos en Galata, del otro lado del Cuerno de Oro [19].

            Lo cierto es que hacia el final del mencionado siglo, Bizancio contaba con algunas piezas de artillería, de unos 90 centímetros de largo y 25 de calibre. También aparecieron en la misma época armas de fuego portátiles [20].
     




[1]              GRAVETT, Christopher, Guerras de asedio en la Edad Media, Ediciones del Prado, Madrid, 1994, pág. 3.
[2]              HALDON, John, Byzantium at War AD 600-1453, Routledge, Londres, 2002, pág. 183.
[3]              HALDON, J., op. cit., pág. 184.
[4]               HALDON, John, Strategies of Defence, Problems of Security:  The Garrisons of Constantinople in the Middle Byzantine Period, en  Constantinople and its Hinterland: Papers from the Twenty-Seventh Spring Symposium of Byzantine Studies, Oxford, April 1993, editado por Cyril Mango and Gilbert Dagron, Aldershot, Ashgate, 1995. Disponible en www.deremilitari org/resources/articles/haldon2.htm#_
ftn20.
[5]              BURY, John B., History of the Later Roman Empire, McMillan & Co., Londres, 1923, pág. 67.
[6]              BAUMGARTNER, Frederic J.,  From Spear to Flintlock: A History of War in Europe and the Middle East to the French Revolution,  Praeger Publishers, New York, 1991, pág 55.
[7]              Ibid., pag. 56.
[8]              BAUMGARTNER, F.J., op. cit., pág. 57.
[9]              BURY, J.B. , op. cit., t. I, pág. 70. Sólo persistió una de las puertas, llamada Puerta Aurea o Puerta Vieja, destruida por un terremoto en 1508 (op. cit., loc. cit., nota 7). Bury señala la frecuencia de los terremotos que asolaron Constantinopla (13 entre 395 y 565) como una de las pocas desventajas de la ciudad. Otra de ellas sería el régimen de vientos, que dificultaba el ingreso de buques (aunque, agregamos, tal dificultad comercial podía transformarse en una ventaja defensiva en caso de ataque por mar).
[10]             “Antemio … puede ser llamado, en cierto sentido, el segundo fundador de Constantinopla: las piedras de su gran muralla permanece en pie, como un impresionante monumento de su fama” (Bury, op. cit., t. I, pág. 70).
[11]             En 447 la muralla fue seriamente dañada por un terremoto, en especial 57 de sus 96 torres. En sólo tres meses fue restituida a su antigua configuración  (TURNBULL, Stephen, The Walls of Constantinopla, Osprey Publishing, Londres, 2004, pág. 7).
[12]                 Para los datos y características de la muralla, ver BURY J.B., op. cit., t. I, págs. 70/72; ROLLAND, Marcel, Le Siège de Constantinopla 1453, Socomer Editions, París, 1989, pág. 10; TURNBULL, S. op. cit. y los sitios http://es.geocities.com/mundo_medieval/bizancio/murallas.html y http://en.wikipedia.org/wiki/Walls_of_Constantinople  en especial este último.
[13]             Erigida por Teodosio el Grande en conmemoración de su victoria sobre Máximo (BURY, J.B., op. cit., pág. 71).
[14]             BURY, J.B., op. cit., pág. 72.
[15]             Los varegos era un pueblo bárbaro procedente de Escandinavia, que se ganó la confianza de los emperadores bizantinos, quienes de buen grado los emplearon como sus guardianes personales.
[16]             TURNBULL, S, op. cit., pág. 36.
[17]             Entre estos se incluían proyectiles incendiarios. También era común que sitiadores y sitiados se “bombardearan” con cadáveres en descomposición para propagar enfermedades e infundir temor y a veces con una nada sutil muestra de desprecio por la negociación, arrojando las cabezas de los enviados junto con los mensajes que habían llevado al enemigo …
[18]             FULLER, J.F.C., L’Influence de l’Armament sur l’Histoire, Payot, París, 1948, pág. 80.
[19]             TURNBULL, S., op. cit., pág. 40. Al parecer, tanto el estruendo como el humo de los cañones hicieron que el ejército otomano se retirara asustado.
[20]             TURNBULL, S., op. cit., pág. 40. Este autor, con referencia al sitio fallido de los otomanos de 1422,  expresa que, en este aspecto, los bizantinos tenían más o menos el mismo nivel de tecnología que los turcos. Esto se detuvo en los siguientes treinta años, debido en especial a problemas de orden económico. Los cañones utilizados en la defensa durante el sitio de 1453 fueron facilitados por otros estados de Occidente, a instancia del Papa Pío II, “…era un gesto que muchas testas coronadas de Europa podían afrontar con facilidad, y también era una alternativa más segura que promover una cruzada de auxilio militar a Constantinopla”.

©2014. Rubén A. Barreiro

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